Raspachines: agricultores de la hoja de coca

No hay peor sordo

Programa de radio realizado en Puerto Nuevo, Ecuador, localidad fronteriza con Colombia.

Este programa es el resultado de un Taller de Radio impartido en el marco del Proyecto «Ojos que no ven – Línea de Frontera», de la Fundación Máquina de Cine, realizado en diferentes comunidades ecuatorianas fronterizas con Colombia. El proyecto ha contado con la colaboración de ACNUR Ecuador.

No hay peor sordo

En estos momentos estamos en el programa “No hay peor sordo”. Desde la comunidad de Puerto Nuevo, a Orillas del río San Miguel, frontera norte del Ecuador y sur de Colombia, Región Amazónica. Estamos transmitiendo la nueva radio comunitaria y este es el fruto de nuestro primer taller radial.

En nuestro programa, “No hay peor sordo”, vamos a escuchar la historia del joven que se fue a Colombia a trabajar en los grandes cultivos de hoja de coca.

No hay peor sordo.

Amigos de Pedro: Hola Jorge.

Jorge: Hola Pedro, qué tal, qué me cuenta?

Pedro: No pues aquí, acunado de salir de la clase, y a ti cómo te fue en la clase de matemáticas? A mí me fue como un poquito mal, perdí la última evaluación.

Jorge: ¿Qué vas a hacer este fin de año, en estas vacaciones de navidades?

Pedro: Pues estar con mis padres aquí acompañándoles, pasar divertido con mis padres.

Jorge: Ah!, usted en la casa va a pasar aburrido hermano, ¿por qué no nos vamos nuevamente a donde yo trabajaba, para Colombia, entonces vamos ahí a raspar hoja y usted sabe que ahí se tiene platica y entonces… vámonos?

Pedro: Pues no me gusta mucho la idea porque es como muy peligroso…

Jorge: No, vámonos y qué va a quedar haciendo con los padres acá?

Pedro: … mucho peligro.

Testimonio

Anónimo: Para irme a Colombia fue, digamos, el motivo económico. En ese entonces yo pasaba por muchas necesidades, porque yo ya… o sea… estuve en el ciclo diversificado (cuarto, quinto y sexto cursos de un total de seis que tenía la educación secundaria en Ecuador) ya para terminar el bachillerato, entonces yo tenía muchas necesidades para poder seguir con el estudio, entonces mis padres no me podían dar de lo que yo necesitaba. Entonces por ahí pues, con un amigo, con un compañero del colegio me invita a que vayamos a Colombia, que allá se gana buena plata, todo eso. Entonces como a mí sí me gusta el trabajo, yo vengo de una familia humilde, que me gustaba trabajar en el campo y entonces a mí el trabajo en el campo me agrada, me gusta mucho.

Familia

Mamá de Pedro: Hola hijo, ¿cómo te fue en el colegio?

Pedro: Tuvimos las últimas evaluaciones y saqué excelente y sí me está yendo bien.

Mamá de Pedro: Cuéntame, ¿tienes algo para contarme?

Pedro: Sabes que sí madre. Es que… uno de mis amigos, uno de mis mejores amigos me hizo una propuesta.

Mamá de Pedro: ¿Cuál fue la propuesta?

Pedro: Es que me da un poco como de miedo, ¿no está mi padre?

Mamá de Pedro: No, dime, dime, tú me tienes que tener confianza y yo te tengo que aconsejar en las cosas que vas a hacer, yo soy tu madre, tengo que guiarte por donde quieras que vayas.

Pedro: ¿Y mi papá?

Mamá de Pedro: No está, no ha llegado todavía.

Pedro: Es que un amigo me estaba comentando, me estaba hablando de ir a Colombia a trabajar.

Mamá de Pedro: ¡Verdad!, ¿y tú qué piensas sobre eso?

Pedro: Pues… según lo que él me estuvo diciendo sí hay protección y hay buena plata intermedio del trabajo.

Mamá de Pedro: Pues no sé hijo, yo quiero hablar con tu padre ahora que llegue a ver qué opina él porque yo te pueda dar la… te puedo decir que vayas pero qué tal que a él no le guste porque ya sabes cómo son las cosas en Colombia, no?

Pedro: Es que madre, yo no creo que le vaya a gustar mucho porque el trabajo trata un poco con la coca.

Mamá de Pedro: Sin embargo déjamelo a ver, yo voy a hablar con él, ya?

Testimonio

Anónimo: Entonces fue complicado para mí porque yo no, nunca había conocido una mata de coca. Entonces igual a fumigar el cultivo, todo eso no sabía, entonces poco a poco fui aprendiendo y a pesar de la juventud que uno está, sí, me tocó echarle ganas, porque si no pues… porque yo ya no quería regresar nuevamente al Ecuador.

Familia

Papá de Pedro: Sí mija, sí, una limonadita por favor si es tan amable.

Mamá de Pedro: Ya, porque te tengo que comentar algo que me contó Pedro.

Papá de Pedro: ¿Y qué planteó el guambra (muchacho) ese?

Mamá de Pedro: Pues que un compañero del colegio lo ha invitado a Colombia a que vayan a trabajar ahora en las vacaciones.

Papá de Pedro: ¿Y qué es el trabajo que va a realizar?

Mamá de Pedro: Pues yo entiendo que van a trabajar a una finca donde hay coca y entonces van a coger la hojita y ahí les pagan un jornal, no?, entiendo…

Papá de Pedro: Tiene que traerme ese guambra para que hable conmigo porque cómo así que te vas a ir y… y… vas a dejar los estudios y quién sabe qué tal será ese tal que uno no sabe ni quién es esa persona.

Mamá de Pedro: Entonces yo voy a hablar con él ahora que venga, ya? Si tú no estás de acuerdo pues yo voy a hablar con él a ver si hablamos los tres, los cuatro, que traiga al amigo y así hablamos a ver qué solución tomamos.

Testimonio

Tutor del taller de radio: A ver si entendí bien, tú tenías 15 años cuando te fuiste para allí no? Y estuviste trabajando en una discoteca y ya adolescente te dedicaste a la cerveza!

Anónimo: Claro!, sí, por eso…

Tutor: Y al dueño de la discoteca no le gustó mucho y te mandó a las plantaciones.

Anónimo: Exacto.

Tutor: ¿Y fuiste con tu amigo o fuiste solo?

Anónimo: No, yo me fui con un compañero de colegio.

Tutor: Los dos a las plantaciones…

Anónimo: Sí los dos.

Tutor: A él también le había gustado la cerveza…

Anónimo: Sí, sí, claro, ese era el motivo de nosotros estar en la discoteca metidos y en vez de ponernos a trabajar ya nos poníamos a estar bebiendo cerveza por allí, entonces al dueño no le gustaba eso. Entonces ya como… no le gustaba.

Tutor: Y el dueño de la discoteca y de las plantaciones ¿era buena persona?

Anónimo: Sí, buena persona, para qué!, yo… mi recuerdo de esa persona… de ese señor digamos, era como un amigo más porque nos daba consejo que no malgastemos el dinero, que trabajemos bien. Pero nosotros, cuando uno es joven pues uno se hace los oídos sordos, no? Ya nos tocó que irnos a cuatro… a cuatro horas de camino para dentro, al cultivo donde tenía el trabajero este señor. Entonces uno salir de allá, cuatro horas caminando, quizás en bestia o el camino muy feo, entonces era complicado para nosotros salir pero con ese motivo el dueño de la plantación nos mandó para allá. Pero nosotros, sin embargo así, no nos importaba el lodo por venirnos a divertir a la discoteca nuevamente los fines de semana.

Bueno los… el primer año fue como complicado para mí porque ya con el trago y las diversiones me fascinaba mucho, era como adicto a la diversión. Entonces pasa… bueno pasamos al año viejo del día que yo me fui, después pasamos al otro año viejo y ya me cambié de patrón, ya me fui a trabajar a otra hacienda y en esa hacienda el patrón buena gente, ¡para qué!, no tengo nada que hablar de los patrones que he tenido. Incluso me querían como que yo fuera un hijo de ellos, porque todas las cosas que me mandaban yo hacía, ya sea por mínima cosa que vaya a traer leña o anda a traer agua, yo iba, así venga cansado del trabajo yo iba, entonces eso les agradaba a ellos que yo le trabajaba bien.

Familia

Mamá de Pedro: Pues yo te dije que me trajeras el chico a ver como íbamos a hablar el tema ese que te vas a ir con él, entonces quiero que él me explique a ver cómo es la situación ahí.

Pedro: Bueno madre, pues sí te traje a Jorge. Aquí a mi amigo. ¡A ver Jorge! (llamando a Jorge), ven un momentico.

Jorge: Señora buenas tardes.

Mamá de Pedro: Yo quería hablar con usted sobre el viaje que le ha planteado a mi hijo que se quieren ir a Colombia. ¿Cómo es eso que mi esposo no está de acuerdo con eso?

Jorge: Usted sabe que allá hay mucha plata, trabajando se consigue cualquier cantidad de plata y él no corre ningún peligro. Él puede venir conmigo y volvemos igualmente, entonces yo ya tengo gente conocida donde ir a trabajar y… y bien, la decisión es de ustedes, a ver si es que… nosotros con Pedro somos amigos ya hace tiempo, ya sí. Somos compañeros de clase, de colegio y jugamos fútbol juntos en el mismo equipo.

Papá de Pedro: ¿Cómo es que dijo que te llamas?

Jorge: Jorge.

Papá de Pedro: Jorge, ¿entonces quiere llevarse a mi hijo Pedrito para Colombia?

Testimonio

Tutor del taller de radio: Pareces un buen agricultor, no?, ¿pero en algún momento a ti se te ocurrió pensar que el cultivo iba a terminar en laboratorios y los laboratorios en narcotráfico y eso podía ocasionar algún daño?

Anónimo: O sea, yo sí estaba ya claro en ese asunto, no? De que… estando uno trabajando en las plantaciones pues uno ya está metido en el tráfico, en el narcotráfico digamos, porque el campesino es el que la cultiva y la procesa y los otros son los que la llevan para afuera.

No hay peor sordo.

Activismo Social

Activista colombiano de la zona: Mire, el problema de la coca en Colombia… yo fui cultivador de maíz, y cultivador de arroz, yo criaba chanchos, igual ganado, algunos compañeros en el Huila (sur de Colombia) cultivaban café, la caña para sacar panela (dulce de la caña de azúcar solidificado), la región de Mocoa (capital de Putumayo, Colombia), toda esa área es un área que fue anteriormente panelera, hasta aquí llegaba la panela de Mocoa. Pero resulta que, para la desgracia, los productos de nosotros los campesinos en Colombia… llegó el momento en que no era rentable cultivar maíz, no era rentable cultivar arroz, no era rentable cultivar caña para panela porque los precios en el mercado, cuando había la cosecha, entonces no daba los gastos o le quiero decir, lo que uno invertía para cultivar no lo sacaba en el momento de la cosecha, quedaba antes debiendo plata. Y el campesino no tiene apoyo por parte del Estado para cultivar, no tiene un subsidio, no tiene un crédito que sea económico, si usted se mete a un crédito, a una institución bancaria lo que sale es perdiendo la habitación, lo que sale es perdiendo la casa porque se la embargan, los réditos no le dan para pagar. Algunas personas dicen pero cómo en el plan del Valle y en el plan del Tolima (centro- occidente), en Antioquia (nor-occidente) y todo eso cultivan cacao, cultivan café, cultivan algodón y caña, pero si usted va a ver allí esos cultivos, esos cultivos no son de campesinos, esos cultivos son de las multinacionales de grupos capitalistas. Allí está el capitalismo, ahí no hay un campesino, el pequeño campesino está arrinconado en las selvas sin cómo producir, sin cómo producir, no tiene vías de acceso, no tiene fuentes de mercadeo, sí?, el intermediario es un avaro que no deja levantar la cabeza al campesino.

Familia

Papá de Pedro: No se me va para Colombia, ya eso que le quede claro porque yo ya hablé con mi esposa, entonces con su mami y también quedamos en un acuerdo de que no se va a hacer ese viaje. Y no es no.

Pedro: Bueno papi, yo estaba pensando eso ya por lo de la plata para ayudarme a mí mismo. Tenía que pedir el consentimiento de ustedes.

Testimonio

Anónimo: Tengo como cargo de conciencia a pesar de que yo al año volví a la casa a… o sea, a reportarme con mi familia, pidiéndole perdón por lo que había hecho, entonces cuando yo llegué a la casa al año, entonces mi papá, mi mamá, mis hermanos, pues, lloraron. Porque según el comentario era que a mí me habían matado ya hace cinco meses. Entonces yo era, que ya aparecí como ya muerto, regresó el finado me decían.

No hay peor sordo.

Activismo Social

Activista colombiano de la zona: Un gramo de coca valía en el 80, valía 1000 pesos. Y la pacha de plátano valía 130 pesos 6 arrobas. Había una diferencia muy grande, ah? Entonces el campesino dijo: “yo, cargar 6 arrobas y venderla en 130 pesos, ¿qué tal yo con 6 arrobas de coca vendiendo a 1000 pesos el gramo?”. ¿Sí o qué? Entonces, y para sacar coca a un día de camino, que se metieron los cultivadores de coca, a un río que llaman, le decimos, un quebrón que se llama Caño Sábalo del río Caquetá (sur-oriente) pa`dentro, a un día de camino porque en ese tiempo la coca fue muy celosa al principio. Eso con el auge, o la gente por hacerse a la semilla si no era la ley que se la arrancaba eran los mismos campesinos que le robaban su cultivo porque eran las ganas de tener coca. Pero era la necesidad del campesino, buscar un producto que fuera rentable, entonces esa gente se metió a un día de camino y tumbaron un hectárea de montaña, dos hectáreas de montaña y cultivaban coca.

Amigos

Jorge: Pues que le digo hermano, ¿pues nos vamos? Nos vamos así, calladamente, volvemos a los 15 días.

Pedro: Pues…

Jorge: Yo creo que matar no te ha de matar, tampoco te van a dar una golpiza, volvemos y no le va a pasar nada.

Pedro: Pues… voy a… yo también estaba pensando eso, puede ser. No tengo experiencia en eso porque nunca me he volado de la casa pero… voy a pensarlo.

Jorge: Bueno, entonces que si te decides ir traes la ropa y nos vamos, listo.

Pedro: Listo, voy a ver si lo hago esta noche para mañana madrugarnos al viaje.

Jorge: Sí. Listo, usted no va a llevar mucha ropa si no una… la que va puesta y la otra porque allá conseguimos ropa.

Pedro: Ah, bueno pues, ahí estamos hablando y voy a ver… voy empacar… mañana salir de viaje, chau.

Jorge: Bueno, pues te espero por ahí.

Testimonio

Anónimo: Por 1 Kg. pagar acá a los campesinos, por 2 millones de pesos, recontra barato porque los que más se lucran son los compradores, los que ya exportan la mercancía.

Familia

Papá de Pedro: Ya sabe que si a mi hijo le llega a pasar algo usted va a ser la responsable.

Mamá de Pedro: No mijo, ahí sí estamos grave porque cómo así me va a echar la carga a mí si los padres somos los dos!? No mijo, así no, eso sí no va conmigo porque yo soy la madre, estoy aquí en la casa y usted está trabajando pero eso nos compete a los dos, de estar pendiente de él.

Papá de Pedro: Bueno y… pero usted debe saber, claro, usted debe saber pa`onde que fue mi hijo.

Mamá de Pedro: Pues el dijo que se iba para el Guaviares (sur-oriente de Colombia) con el tal Jorge, no sé, pues dijo, me comentó a mí, yo le comenté a usted.

Papá de Pedro: Bueno, pero es que mientras yo estoy ocupado en el trabajo y todo eso que no me queda tiempo de estar en casa por ganarme el sustento para mi esposa, para mi hijo y vea, vea, vea en esta situación que nos encontramos.

Mamá de Pedro: Pues mijito, yo estoy en la casa, estoy en los quehaceres, cocinando, lavándoles, arreglando la casa y todo, y ¿cómo voy a estar en el colegio, en la casa!, no mijo, aquí en la casa yo te doy cuenta de todo, pero ya lo que él salga de la puerta pa`fuera yo no tengo nada que darte razón de las cosas que él hace mijo.

Papá de Pedro: Bueno, si mi hijo no aparece y ya estado pensando, así como de una vez le voy comentando: si mi hijo no aparece o le llega a pasar algo hasta ahí también llega nuestro matrimonio.

Testimonio

Anónimo: Porque yo ya había solicitado la retirada, que yo ya había planteado, digamos, habíamos conversado que yo no quería trabajar ahí, que me dieran lo que me correspondía por el tiempo que llevaba trabajando ahí, para yo ponerme otro negocio y que me abría de esto. Entonces me dijeron que no, que yo conocía mucho, mejor dicho, eso no tenía salida. Los únicos que salían pero ya… pa`otra parte. Entonces yo le insistía, a pesar de que yo miraba compañeros que llegaban a trabajar así años, solicitan salida y veces cuando la persona no era tan eficiente, según como el patrón me decía, pues le decían sí, vamos, yo le voy y le dejo allá para que vaya usted ya para onde su familia, para que se ponga otro trabajo. Pero eso era mentira, porque lo llevaban allá, por allá dos horas, si es que era río o si es que era carretera, por ahí lo… le daban el vire como dice el dicho, no? Entonces ya no regresa nunca más al trabajo porque ya era muerto, lo mataban.

Familia

Mamá de Pedro: Llegó carta de nuestro hijo.

Papá de Pedro: Cómo así mijo que recibió noticia de mi hijo, ¿y qué dice?

Mamá de Pedro: Dice así:

Pedro: Hola papá y mamá, con esta carta les doy a conocer que me encuentro muy bien y que nada me ha pasado, sé que ustedes estarán preocupados porque aquel día anochecí pero no amanecí. Bueno, les pido perdón por lo que hice de irme de la casa. Pero estoy trabajando y ya he ganado mucho dinero y tengo para subsistir varios días y el tiempo que sea. Muchas cosas tengo para contarles, bueno, ya me despido porque tengo que irme a trabajar. Después me comunico con ustedes, chau.

Despedida

De esta manera llegamos a la parte final de esta programación en el día de hoy, mil y mil gracias queridos oyentes por escucharnos, por atendernos. Y a todos ustedes el saludo cordialísimo, de esta manera finalizamos, no olviden queridos amigos que al mal tiempo buena cara y chau chau.

No hay peor sordo.

El programa cuenta la historia de un joven agricultor ecuatoriano que cruza la frontera a Colombia para trabajar en los cultivos de hoja de coca. «No hay peor sordo» es un testimonio de parte de la cotidianidad de la comunidad de Puerto Nuevo, en la provincia fronteriza de Sucumbíos.

«No existe en el mundo trabajo más agradecido que el de cultivar la tierra. Eso es lo que me han transmitido todos los campesinos que viven en Puerto Nuevo, en la provincia de Sucumbíos, del lado ecuatoriano del río San Miguel, que hace de línea fronteriza con Colombia.

En este pequeño pueblo de Ecuador la mayoría de habitantes son personas de Colombia, que por motivos directamente relacionados con la guerrilla, el narcotráfico o los paramilitares, han tenido que emigrar, para aumentar así la distancia entre el peligro y la esperanza.

A fecha de hoy, año 2017 que es cuando se actualiza este artículo en NanoMundo, Google Maps sigue sin registrar la localidad a pesar de que Puerto Nuevo ha estado presente incontables veces en los medios de comunicación, especialmente ecuatorianos, aunque también en algunas páginas y documentos de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

En el año 2009 contaba ya con una modesta estación de autobuses, un centro de salud medianamente equipado pero sin personal, una escuela, varios lugares donde comer, beber una cerveza o tomar un café, una farmacia, un puesto de venta de carne, dos panaderías, un centro cultural o, más bien, un espacio con techo para tal fin y todo muy modesto, en vías de una cada vez mejor organización.

Mucho se ha leído en la prensa sobre que Puerto Nuevo es el refugio de las FARC en Ecuador y no queríamos dejar pasar la ocasión de matizar ese punto de vista basándonos en lo allí vivido. Puerto Nuevo sí es un refugio, sin lugar a dudas, allí viven refugiados y personas que han llegado buscando protección, paz, oportunidad y esperanza. Que más de uno haya pertenecido a las Fuerza Armadas Revolucionarias de Colombia también es cierto, pero más cierto aún es que la gran mayoría son campesinos que en sus lugares de orígenes se vieron amenazados por el fuego cruzado entre las FARC, los paramilitares y los narcotraficantes. Así que Puerto Nuevo no es ningún refugio de las FARC, es un lugar donde muchos colombianos han podido comenzar una nueva vida, sabiendo que al otro lado del río está su país y con la esperanza de que, a lo mejor, un día podrán volver.

Paisaje

Nos instalamos una semana en el Centro Cultural de Puerto Nuevo, que consiste en un galpón con techo de metal y tres paredes, una gran puerta de malla. En una esquina y afuera está el baño, sitio para lavar ropa y un reservorio de agua de lluvia, aunque normalmente hay agua potable, solo que justo por esos días hubo un problema con algún motor, una cañería o lo que fuera, y a comprar bidones de agua se ha dicho. La gente es sabia y ahorra agua de lluvia, así no hay que bajar al río, y el río, por lo demás, estaba bastante crecido en aquella semana.

Puerto Nuevo cuenta con dos panaderías y una mejor que otra. Puerto Nuevo no es más que el comienzo de la Amazonía, pero Amazonía al fin y al cabo, verde, húmeda e intensa, donde entrar a una de esas panaderías es como entrar en una boulangerie bruxelloise, en un templo del pan, solo que con el sabor de la masa colombiana y una radio siempre encendida. La música gusta o no gusta, pero como uno tenga que quedarse allí mucho tiempo termina gustando y, a veces, también se puede sintonizar una emisión radiofónica de las FARC, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, una señal que dura solo unas horas al día y que puede pasar temporadas en silencio.

Es un poblado ecuatoriano pero de mayoría colombiana, por lo que reciben visitas regulares de la Agencia de la ONU para los Refugiados. Es verdad que llevan chalecos de color azul claro y que llegan en unos coches fantásticos con antena satelital, que parecen venidos de otro planeta, pero igualmente cierto es que en ese rincón del mundo y en colaboración con el Gobierno ecuatoriano, han logrado que los colombianos vuelvan a tener un simple carnet de identidad, algo tan básico y tan imposible de conseguir en otros lugares del mundo, dificultando enorme e innecesariamente la vida de los inmigrantes, refugiados o no. ¿O es que se pueden identificar la mayoría de africanos que llegan día a día a las costas de España o Italia? No.

La situación de la Sanidad Pública en Puerto Nuevo es singular, o al menos lo era en octubre de 2009 y lo más probable es que poco y nada haya cambiado desde entonces. Pueblos como Puerto Nuevo en la provincia de Sucumbíos, o Palma Real en la de Esmeraldas, dan un nuevo sentido a la palabra marginalidad, porque más lejos no pueden estar del área de influencia de las instituciones públicas. A pesar de todo a alguna autoridad se le ocurrió construir allí un pequeño centro de atención médica, muy modesto pero con todo lo necesario para muchas cosas, incluso para traer un niño al mundo. Ahora bien, ese centro y hasta esa fecha, carecía de un profesional que lo atendiese regularmente. Una vecina enfermera era quien lo llevaba, pero tampoco tenía medicamentos, salvo los más básicos. Y como electricidad no siempre se tiene, el flamante frigorífico que debería refrigerar algunos productos no funcionaba como es debido. Ya ven por qué digo que la situación de la Sanidad Pública es singular allí. Al menos es Pública, porque si hubiera que pagar, ahí sí que sería esto un cuento de ciencia ficción, la gente no se enfermaría, eso seguro. Y ya dijimos que agua potable por esos días no había. Cabe destacar que se hizo un censo de personas con necesidades especiales en Puerto Nuevo y en todo el país.

“Parados en la muralla que divide lo que fue de lo que será”

Y como si todo eso fuera poco, viven en la línea de frontera. A ojo de buen cubero de cuántas personas estaremos hablando, no lo sé, mil personas tal vez. Un censo exacto lo han hecho los mismos pobladores.

El farmacéutico colombiano, un paisano siempre con el termo de café a mano, está dispuesto a ayudar en cualquier urgencia médica, todo hay que decirlo. Pero vamos a ver, ¿qué emergencias médicas pueden darse en un pueblo que vive a orillas del río, cuyos pobladores cultivan la tierra y que tienen todo para vivir magníficamente? Es verdad que buen pescado no falta, ya sería el colmo. Justo en la esquina principal, la que cuenta con dos tiendas de abarrotes y dos bares donde solo hay cerveza, no siempre fría, y mesas para jugar al billar, allí mismo, he visto un pescado que parecía un tiburón. No me molesta decirlo porque en la Fundación Máquina de Cine tenemos pruebas gráficas de calidad que aportar a la observación general. Un poco monótona la gastronomía en Puerto Nuevo pero se come bien, claro que sí. Las emergencias médicas tienen en común sus causas no deseadas, como que te bombardeen el poblado.

Yo creo que en Puerto Nuevo se puede comer en cualquier parte, porque su gente, colombiana y ecuatoriana, son personas amables, atentas, de buen humor, que te van a abrir las puertas de sus casas si vas con respeto y con una sana curiosidad de saber cómo es la vida allí. Comedores como tales hay solamente dos. Uno, de cuatro paredes con cuatro tablones que hacen de mesa y ocho tablones para sentarse, tres puertas, el baño, la cocina y la calle principal. El otro también está en la calle principal, esa que no es muy difícil de imaginar porque es la que va al lado del río, y es todo un restaurante, no por sus platos pero sí por su belleza y encanto, belleza que le viene por ser al aire libre y por brindar una vista íntima, tranquila y suave del río San Miguel. El encanto lo pone la señora que lo atiende, cuya especialidad son unas tortillas de maíz a la parrilla que pueden venir con queso derretido arriba, y el café que nunca falta.

Frente a ese restaurante está la estación de autobuses, ¡no faltaba más! Consiste en un galpón donde parar, dar la vuelta y salir. En las paredes de esa sucinta estación de buses se podían ver los agujeros de las balas, proyectiles o misiles de la última vez, suerte que no se murió nadie en esa ocasión. Es que justo al otro lado del río no se cultiva ni café, ni arroz, ni cacao, ni caña. Si las drogas estuviesen reguladas la vida del campesino sería muchísimo más sencilla. Ya vemos que emergencias médicas puede haberlas en todas partes.

Alguna que otra vez, por la noche, cuando apenas se ve nada, se oye que alguien grita al otro lado del río pidiendo un transporte, una canoa. Llegaron caminando vaya a saber de dónde y solo les falta cruzar el río, un último paso tan sencillo y a veces fatal: un militar puede confundirte con un guerrillero, un guerrillero puede pensar que eres un desertor o puede que una crecida del San Miguel sea la naturaleza cruel.

Por supuesto que hay de todo en Puerto Nuevo, seguro que allí vive alguno que fue guerrillero, otro que lo es todavía, que otros vienen solo a respirar aire fresco y se quedan unos días de vacaciones, hasta eso puede ser cierto, paso de perder el tiempo discutiéndolo como si fuera tema de conversación. Allí viven de cultivar la tierra y de pescar, porque de otra manera no podrían vivir. Puedes comprar el pan con dólares ecuatorianos o con pesos colombianos, el café y el cigarrillo vienen de Colombia, pero el comercio que suele darse en cualquier frontera no es lo que sustenta al poblado, lo hace el incansable río San Miguel y la fértil tierra de toda la zona.

Puerto Nuevo tiene escuela, en la localidad viven muchos niños y niñas nacidos a ambos lados del río, y también tiene maestros, aunque no los suficientes. Pueden faltar libros, computadoras, el uniforme escolar u otros útiles, pero invariablemente el jolgorio en los patios de la escuela siempre está presente.

En este lugar tuve el placer, porque para quien pretende comunicar no es una oportunidad si no un placer, de conocer a un hombre de mi edad, me aproximo más a los 40 que a los 30, que en sus años mozos, estando aún en el colegio y con la pobreza a la puerta decidió buscarse la vida. Lo que hacemos todos. Y como era joven y tenía esa fe ciega que caracteriza a los adolescentes, no le faltaban ganas de trabajar y se sentía muy capaz de lo que sea. Decidió irse con un amigo a raspar la hoja de coca a Colombia. Como campesino ecuatoriano entendía mucho de la tierra, pero de ser raspachín, sabía muy poco. Con mucho dolor debo decir que gran parte de los raspachines, esos que se dedican a quitar la hoja de coca de las ramas, son niños y niñas. Es una actividad de adultos vigorosos y saludables, trabajar la tierra requiere destrezas físicas y un buen estado de salud. En fin, aquel joven se fue a Colombia, siendo ecuatoriano y en busca de un futuro mejor, a raspar hoja de coca, una actividad mejor remunerada que andar cargando arroz en mula.

El texto que sigue es una transcripción del programa de radio, creemos que poniendo a disposición tanto el texto como el audio del programa contribuimos a preservar nuestra memoria oral (la de los pueblos de la línea fronteriza entre Ecuador y Colombia). Los nombres propios son ficticios, todo lo demás corresponde a experiencias personales de los participantes.»

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