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Trabajo sonoro basado en la entrevista que el periodista Rashed Radwan hizo a Ali Al Shalal, iraquí torturado en la prisión de Abu Ghraib. La entrevista fue publicada por el periódico quincenal Diagonal el 26 de Mayo de 2005.

«Nunca llegaron a presentar alguna acusación seria contra mí».

Ali Al Shalal, iraquí torturado en la prisión de Abu Ghraib.

Diagonal // Del 26 de mayo al 8 de junio de 2005

Página 4, Global.

Una foto que dio la vuelta al mundo

El ciudadano iraquí Ali Al Shalal estuvo más de tres meses encerrado en la prisión de Abu Ghraib: su imagen, encapuchado sobre una caja y a punto de recibir descargas eléctricas, fue una de las más reproducidas. El periodista hispano-libanés Rashed Radwan, que prepara un documental sobre los abusos de las tropas de ocupación en Iraq, lo entrevistó en Bagdad. Se trata de un testimonio directo sobre unas prácticas que, de acuerdo con el tratado que firmó el anterior Gobierno provisional, no podrán ser juzgadas en ningún tribunal del país.

“Es imposible que en Iraq se torture a diario sin que ninguna autoridad lo haya visto”

Rashed Radwan
Bagdad

DIAGONAL: ¿A qué se dedica usted?

ALI AL SHALAL: Tengo un pequeño terreno que alquilo como párking al lado de la mezquita de Al-Fardous en Bagdad.

D.: ¿Dónde y cuándo le detuvieron?

A.S.: Camino de la mezquita me sorprendí al ver tanques, helicópteros y patrullas, algunos de los soldados me apuntaron con sus fusiles mientras otros me esposaban las manos a la espalda, me colocaron una bolsa en la cabeza y me metieron en un coche pequeño, probablemente un hammer. Después nos desplazamos una distancia muy corta y me trasladaron al interior de un tanque.

Llegamos a una base militar, allí me bajaron del tanque y me dejaron sentado en el suelo. Escuchaba pasos y voces hasta que, de repente, alguien me quitó la bolsa de la cabeza y pude ver que tenía delante a dos hombres vestidos con ropa militar, uno de ellos se presentó como el capitán Phillips y el otro hombre era su traductor. El capitán dijo: “no sé por qué estás aquí, ni tampoco me importa, lo único que sé es que tengo que custodiarte”, así que permanecí sentado en el suelo, esposado pero con la cabeza descubierta.

Al cabo de algunas horas me taparon la cabeza de nuevo y me trasladaron en coche una larga distancia (yo no lo sabía, pero me estaban trasladando a la prisión de Abu Ghraib). Me bajaron del coche y caminé unos 50 metros y sentí que entraba en una habitación, me quitaron la bolsa de la cabeza y pude ver que me encontraba en una sala que debía ser la recepción de Abu Ghraib. Lo primero que vi fue un hombre con la pierna amputada que padecía fortísimos dolores, estábamos unas 20 o 25 personas, entre nosotros también había un hombre ciego acusado de atentar contra las fuerzas multinacionales.

Empezaron a registrarme de forma muy violenta, muy humillante, brusca, me desnudaron totalmente y me llevaron a otra sala en la que había un señor con vaqueros y camiseta roja junto con otros hombres que vestían ropa militar, la sala de interrogatorio eran los baños de la prisión situados en la planta baja. En este lugar sientan a los presos que van a ser interrogados en el suelo y allí mismo, de la manera más incómoda y humillante comienzan los interrogatorios.

Nunca llegaron a presentar alguna acusación seria contra mí, se limitaron a acusarme de resistencia armada contra las tropas de ocupación cuando yo, como se puede ve, soy minusválido [Alí tiene una mano inutilizada por diversas operaciones], no podría empuñar ni la pistola mas pequeña, y me acusaban de odiar a EE UU e Israel, en todo momento me impedían comer, dormir, ir al baño o hablar con otros presos. Me condujeron hasta lo que al parecer era mi celda y me ataron de pie contra los barrotes.

Trajeron un enorme altavoz de forma que estaba a unos 30 cm. de mi cabeza, y después pusieron una canción con un sonido brutal que se podía escuchar a un kilómetro.

La canción se repetía constantemente: “Babylon, Babylon, Babylon…” Así estuvieron hasta que perdí el conocimiento.

D.: ¿Trató con el sargento Charles Graner [culpable de nueve cargos por malos tratos a presos]?

A.S.: Sí, jamás podría olvidarlo, yo estaba recuperándome de los golpes del interrogatorio cuando se empezó a escuchar un terrible alboroto, todos los compañeros encarcelados empezaron a comentar: “llega el hombre, llega el asesino, llega el torturador”, supe que se trataba del hombre de gafas, en fin, pasó lista y se paró delante de mi celda, me hizo acercarme y comenzó a observar el vendaje que tenía en la mano lesionada, mi mano estaba muy inflamada y tenía sangre seca acumulada en la herida, “muéstrame la mano”, dijo, y nada más acercarle la mano tiró del vendaje con tal fuerza que arrancó toda la piel que rodeaba la herida.

Yo perdí el conocimiento al instante.

D.: ¿Qué me puede decir de la tristemente famosa foto?

A.S.: Había oído comentarios acerca de torturas con electricidad que habían puesto en práctica con algunos presos, así que sin más un día vinieron a por mí y me llevaron a una sala en la cual había unas 15 o 20 personas, tenía la cara descubierta y pude ver unos cables que salían de la pared con una especie de alambre al final de ellos trajeron una caja de american food [las cajas de víveres consumidos por las tropas norteamericanas]. Me hicieron subir encima de la caja y me pusieron de nuevo una bolsa en la cabeza. Estuve así como una hora, después sentí como si la luz saliera de mis ojos y mis dientes se partían, caí al suelo tremendamente afectado, lo único que podía escuchar eran risas y burlas.

D.: ¿Se reían?

A.S.: Eran unas risas muy histéricas, después me subieron a la caja de american food de nuevo y me dijeron que tenía que intentar no caerme, que si me volvía a caer repetirían la operación, así tres o cuatro veces hasta que perdí el conocimiento. Me desperté con cubos de agua fría sobre mi cuerpo, era diciembre y los ventiladores del techo de la prisión funcionaban al máximo.

D.: ¿Cree que las torturas son hechos aislados de soldados que se extralimitan en sus funciones?

A.S.: Es imposible, el trato era el mismo para todos los presos y los pasillos eran salas de interrogatorios y torturas, imagina que delante de las celdas abusaban de los presos para que lo pudiéramos ver todos, incluso violaron a más de uno; además, es imposible que los hechos se repitan sistemáticamente y a diario, y que ninguna autoridad lo haya presenciado ni denunciado.

D.: ¿Cómo consiguió salir de Abu Ghraib?

A.S.: La verdad es que jamás imaginé que EE UU, que presume de ser un país democrático, apoye la tortura indiscriminada de personas inocentes, esto es lo más triste, que después de torturarme de las formas más humillantes, me pongan en libertad sin ninguna explicación, como si nada hubiera pasado, simplemente dijeron: “lo siento, es usted inocente”, y nos metieron en un camión a unos 80 prisioneros y nos dejaron en mitad de la autopista como si fuéramos perros.

D.: ¿Emprendió alguna acción legal contra sus torturadores?

A.S.: No fue fácil, nada fácil, quizás lo más complicado. Tuvimos que buscar mucho hasta dar con las personas adecuadas, pero en la actualidad hay denuncias contra las empresas CASEI y TITON GROUP [empresas de seguridad contratadas por el Gobierno norteamericano] por beneficiarse de forma ilegal y antiética.

Yo mantengo contacto con mucha gente que sale de Abu Ghraib y los testimonios siguen siendo los mismos. Nada cambió, sólo que las cámaras ya no están. Además de Abu Ghraib, existen en Iraq al menos otras 20 prisiones de características muy parecidas, incluso con peores condiciones que Abu Ghraib.

D.: ¿Cuál es su mensaje para George W. Bush?

A.S.: Mi mensaje es para el pueblo estadounidense, no para Bush; me gustaría decirles que los dirigentes se van, los que quedan son los pueblos. Saddam se fue, Hitler se fue y Bush se irá, quedarán los pueblos. El pueblo estadounidense, de cuya bondad no dudo, tiene muchos enemigos, es más, está seriamente amenazado en gran parte del planeta por las decisiones de su Gobierno. Si continúan así, algún día se darán cuenta de que no pueden viajar sin un ejército que les proteja.

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