Telencuestando para Sigma Dos

Testimonio

Campaña de las elecciones autonómicas y municipales

“Una muestra más del circo electoral dentro de una muestra más de explotación laboral”.

* Ningún nombre propio del relato es real. NanoMundo decide ocultar la identidad de las afectadas por respeto a su intimidad y porque no lo considera relevante para la información.

Miércoles 11 de Abril de 2007. Suena el teléfono cerca de las 12 de la mañana. Es un número desconocido y ojalá sea para una oferta de trabajo.

Ilustración de Darío Cattalano

“Hola, soy Marta Gómez, te llamo de la empresa Temps. Hemos visto que te has inscrito en una oferta para trabajar de encuestadora. ¿Sigues interesada?” Esa misma tarde me presento en la segunda planta del edificio indicado y pregunto por Rocío Cuevas. Me atiende María, una mujer categórica y dictatorial (como más tarde no va a dejar de demostrar en sucesivos episodios) que se dirige a mí y a unas cinco chicas más. Nos deja al cargo de una mujer corpulenta y mucho más amable y tranquila que delante de dos ordenadores nos explica a las cinco el mecanismo del sistema de encuestas.

Está todo automatizado. Nosotras tenemos que marcar el número que aparece, supuestamente de forma aleatoria, en la pantalla y leer todo lo que allí está escrito. Dependiendo de las respuestas que nos dé el encuestado y que marcamos con un número del teclado, se hace un recorrido de pantallas y menús que casi siempre finaliza en los datos personales de clasificación de la encuesta.

Las dos plantas que conforman la empresa están llenas de una mayoría de mujeres, casi en su totalidad procedentes de una clase media baja española, con pocos estudios y que, paulatinamente, se están viendo sustituidas por inmigrantes latinoamericanas. El espacio físico de cada entrevistadora supone alrededor de un metro cuadrado donde el ordenador y la silla lo ocupan casi por completo. Luego queda un poco de espacio en la mesa para ir rellenando la hoja de control de las llamadas, para el teléfono y en la parte de arriba para poder dejar la botellita de agua o las chucherías que la mayoría come entre llamada y llamada.

La primera encuesta que realizo está pensada para Toledo donde en ese momento gobierna Jose Manuel Molina, del PP. Lo primero que me sorprende es el recorrido que se hace al preguntarle al encuestado a qué partido votó en las últimas elecciones generales de 2004, en las últimas autonómicas y, si procede, en las últimas municipales. La tónica general es que aquellos que votan al PP contesten sin tapujos. A otra mayoría le cuesta decirte a quién votó y te dicen que eso es secreto, pero claro, después de preguntarle por lo mismo tres veces, hay muchos que terminan respondiendo. El entrevistador tiene entonces la posibilidad de volver la pantalla hacia atrás y donde antes había puesto el número 19 (el de No sabe) marca el 1, PSOE o 2 o 3. Casos aislados, incomprensiblemente, son aquellos en los que te encuentras a un señor o una señora que completamente seguros de sí mismos, están decididos a no decirte a quién votaron. Pues nada tú pulsas el 30 de No contesta y sigues. Pero si no te han dicho a quién votaron por supuesto tampoco te van a decir a quien van a votar, pregunta que inmediatamente sigue a las anteriores. Desde la primera encuesta me da un poco de pudor tener que hacer estas preguntas que, en mi opinión, son bastante íntimas. Pero la sorpresa aparece cuando, si no han querido responderte sobre cual es su partido predilecto para estas próximas elecciones del 27 de mayo, automáticamente el sistema te presenta un menú que no aparece en el recorrido de aquellos que sí te han desvelado su secreto político. Y para mí, encuestadora con escrúpulos, supone un mal trago puesto que de nuevo he de insistir al encuestado, que ya no se ríe tanto y empieza a pensar que soy una pesada, sobre si “Simpatiza usted con algún partido o, al menos lo considera el menos malo”. “¿Pero no le he dicho ya que no le voy a decir a quien voto? Ya, ya, lo siento, es que es mi trabajo.”

En otra instancia están aquellas encuestadoras natas que, convencidas cien por cien de su trabajo, desarrollan triquiñuelas para terminar de averiguar el voto y triunfantes echar la pantalla hacia atrás para poner el resultado. Llenan entonces de palitos su hoja de control con las entrevistas terminadas sonriendo con orgullo. Eso sí, con un bolígrafo que han tenido que traer de casa porque en la empresa nadie te da absolutamente nada de material. ¡Incluso el bolígrafo que nos han dado a las cinco para poder rellenar la hoja de datos personales nos dicen que hay que devolverlo a María! Las cosas así, apuraría a decir que les cuesta trabajo reponer el papel higiénico en el único baño que hay para unas 30 personas. Pero la salubridad parece que no influye mucho para que una persona sea eficiente haciendo preguntas políticas a una masa informe de encuestados, así que no es algo que a los gestores de la empresa preocupe demasiado y, más aún, cuando las cuatro o cinco cabecillas, que serían las que más pudieran alzar la voz, tienen reservado otro baño con dos carteles muy claros que dicen “No entrar”, “No usar este WC”.

También ese primer día me llama la atención que, respecto al último apartado de las encuestas, ese en que se piden al encuestado datos como la ocupación que tiene en el momento, los ingresos medios de su hogar o el nivel de estudios, la señora corpulenta nos ha dicho que no leamos lo que pone en la parte superior de la pantalla, si no que directamente hagamos las preguntas pertinentes. Y mira por donde que en ese párrafo lo que se dice es que los datos personales que se van a pedir a continuación son opcionales, que el encuestado si no quiere no tiene que darlos. Pero durante todo el tiempo en que he estado trabajando ahí no he escuchado a nadie que le informara de eso al entrevistado y, mucho menos, a las jefas y dinosaurias que llevan allí años.

En definitiva, las siete primeras horas que paso en esa oficina transcurren entre la novedad, los nervios calmos de un nuevo trabajo y la búsqueda de miradas interesantes que me consigan por lo menos la productividad de conocer gente nueva. Pero lo que no imagino es hasta qué punto voy a formar parte de un modo más de manipulación mediática e intereses políticos y de poder. Sigma Dos, con sus diferentes vertientes subempresariales como Tecel Estudios o Serames de Campo, se erige más como empresa propagandística que como real empresa estadística de sondeos de opinión.

Todos los modelos de encuestas que he realizado en el tiempo de telencuestadora lo que más claro me han desvelado son partidismos e intentos de manipulación de la opinión pública, aspectos de los que no parecen darse cuenta la mayoría de encuestadoras que conforman la plantilla, inmersas en una competencia absurda de ver quién realiza más entrevistas.

En ningún momento informan a las entrevistadoras de para quién trabajan, sólo días más tarde y entre rumores de las trabajadoras me entero de que supuestamente Sigma Dos saca a subasta las distintas investigaciones de mercado y los medios de comunicación se las rifan. Pero resulta ser que los medios para los que trabaja, y sin que me sorprenda demasiado, van a ser El Mundo, La Razón, Antena 3 y Onda Cero. ¿Y qué hago cuando algún encuestado me pregunta que de qué partido es la empresa? ¿O cuando me preguntan que qué tipo de empresa es Sigma Dos? Mi respuesta es bastante aséptica y ha sido aprendida de escuchar a varias compañeras: “Sigma Dos es una empresa de investigación de mercados y sondeos de opinión cuyos resultados se publican posteriormente en los medios. Su número nos ha salido aleatoriamente en el ordenador mediante un sistema combinatorio. Sus respuestas son totalmente confidenciales”. ¿Hasta qué punto es cierto lo que le digo? Mi conciencia por supuesto no se queda tranquila, pero claro, es que yo soy una encuestadora con Pepito Grillo. Pronto aprenderé que la mayoría de las entrevistadoras fácilmente se limpian la conciencia, si es que la tienen, rellenando ellas mismas las respuestas, tergiversando la información que el entrevistado les da o directamente inventándose encuestados ficticios. Y lo peor de todo es que la mayoría de las veces no es con un afán político, es sólo por esa competitividad estúpida de hacer más encuestas que la que tienes al lado.

Día a día mi sorpresa se va anestesiando y las barbaridades que preguntamos o cómo tergiversamos la realidad a través del recorrido de preguntas, que le hacen deducir al encuestado matices falsos de los políticos o de su ideología, se convierten en la conversación del descanso. Un descanso que dura apenas 20 minutos en el bar de la esquina. Veinte minutos en 7 horas, veinte míseros minutos contados a la perfección desde el reloj del ordenador. Veinte minutos que si osas superar, María, apodada “La que te cuento”, amenaza con descontar del parte y por tanto del salario. Pero sólo se queda en una amenaza infantil que en realidad a nadie importa. María se comporta como una maestra frustrada porque sus alumnas son demasiado salvajes e ignorantes, a las que tiene que controlar en cada movimiento. Incluso el tiempo que se pasan en el baño-cuchitril: “¡Oye sí que puedes ir al baño, pero no es para que te pases 10 minutos allí! ¡Pero sí había dos chicas delante de mí! Pues eso no es problema mío” y ahí acaba la conversación en la que fácilmente La que te cuento podría haber añadido te vienes aquí y te aguantas las ganas.

También, a medida que pasa el tiempo, mi conciencia se anestesia. Total, el modelo de encuestas es igual para muchos pueblos y comunidades desde Canarias al municipio de Estepona. Eso sí, se desvela que en los pueblos o comunidades en que no gobierna el PP se añade una pregunta más al modelo y es que el encuestado por favor te nombre los tres problemas más importantes que tiene su comunidad/pueblo. Resulta un poco descarado, así se saca información para poder prometer más cosas en los mítines, pero después de todo no está mal. Los entrevistados pueden reflejar de alguna manera sus reclamaciones a las que ojalá se les haga más caso que el necesario para el “quiero prometer y prometo”.

Otro aspecto que en los primeros momentos me llama bastante la atención es una pregunta, que no en todos los sitios se realiza y que consiste en hacer que el entrevistado se sitúe a sí mismo en una escala ideológica donde el 0 es la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha. Al primer vistazo no parece demasiado capciosa. Pero cuando pienso que en las preguntas anteriores los entrevistados han tenido que valorar del 1 al 10 a los diferentes políticos de su comunidad, siendo el 10 la máxima calificación, la puntuación de la escala anterior aparece como si el10 fuese la mejor valoración. Un pequeño desliz al elaborar la pregunta, porque claro, quién va a pensar que ser de extrema derecha es la mejor calificación ideológica de una persona… Las personas mayores la llevan cruda con esta preguntita. No se enteran ni aún repitiéndosela tres veces, así que algunas de nosotras añadimos que el 5 sería el centro, y nada, la mayoría de los entrevistados se revelan como convencidos centristas.

Sí, las personas mayores son un punto y aparte en el ambiente de las encuestas. Siempre va a existir un cupo de edad y sexo que los incluya, ese de más de 65 años. Normalmente, el de las mujeres de esa edad es el primero que se completa, puesto que a las horas que llamamos son las que más suelen andar por casa y quizás aburridas, así que no les importa demasiado responder a las preguntas. Es divertido cuando alguna encuestadora se lanza a la aventura de entrevistar a una persona mayor que además tiene problemas de audición. Hay que hablar con un volumen considerable que, unido a todas las otras conversaciones, más los gritos de La que te cuento para que hagamos las cosas bien, hacen de la sala un guirigay emocionante. Durante los primeros días me conmovía entrevistar a personas mayores. La mayor parte aún están lúcidas pero te hacen ver que con ellos no se cuenta para nada, incluso ellos mismos te dicen en un principio que no, que ya están demasiado mayores para opinar y cuando tú le dices que su opinión también vale y que además la necesitas para el estudio, se revelan como personas mucho más críticas y conscientes de la realidad política que las personas que componen la franja de edad más joven que generalmente suelen “pasar de todo”. También las hay bastante analfabetas puesto que el nivel de estudios a partir de los 70 coincide con esa etapa dorada que vivimos en nuestro país en que las mujeres no estudiaban o la pobreza era tan alarmante que los niños tenían que trabajar. De todos modos, lo que más se me queda grabado en las largas diatribas que te ofrecen es el ínfimo nivel de vida que llevan. En la pregunta personal de si sus ingresos están alrededor de la media española de 900 euros al mes por hogar, si lo superan, quizás más del doble o son inferiores, muchas de las personas mayores, por no decir todos, te hablan de que viven con 300 o 400 euros al mes ¡en el hogar! No puedo ni imaginármelo, cuando yo con alrededor de 600 estoy siempre hasta el cuello. Es una vergüenza, sobre todo al comprobar que muchos de ellos, como algunos te cuentan hasta emocionados, han estado cotizando más de 30 años a la Seguridad Social. ¿Qué será cuando yo sea mayor? Creo que ni siquiera va a existir un sistema de pensiones público así que me da por pensar en contratar ya uno de esos inventos de los bancos que me aseguran tener una vejez tranquila… No voy a olvidar fácilmente a la señora que entrevisté un sábado por la mañana, uno de esos de supuestas horas extras que mi querida ETT (Empresa de Trabajo Temporal) paga como horas normales, que hasta me dio la dirección de su casa para que fuese a visitarla. Qué señora tan encantadora, tan lúcida aún hablándome del cambio climático y de la contaminación en Collado- Villalba, abuela sin nietos, con cerca de 80 años, que me hizo estremecer en varios momentos de la conversación: “Yo nunca voy a renunciar a luchar por un mundo mejor”, “Nunca pude estudiar pero he leído más que cualquier universitario de ahora”… La misma sensación que me dejó aquel chico de 20 que decía que él de la política pasaba tres kilos y que lo que había que hacer es coger una metralleta y ponerse a disparar…

El mecanismo autómata de marcar el número, cambiar el pinganillo de oreja para hacer descansar a la otra, marcar los números e incluso aprender de memoria las preguntas de las encuestas fue algo que asumí a los pocos días. Cada tarde me imaginaba las llamadas de Sigma Dos como un bombardeo telefónico, por ejemplo, al pueblo de Manilva en Málaga, (uno de los que más proyectos urbanísticos tiene en marcha de España) al que estuvimos llamando un par de días. A una media de 200 llamadas por chica, teniendo en cuenta que somos unas 40 marcando números del mismo prefijo y que el municipio consta de unos 11.000 habitantes, nuestra labor se convierte en un tanto por ciento considerable de información difundida. De hecho, se acabaron los números del pueblo y tuvimos que llamar de nuevo a casas donde ya nos habían respondido. Aún así, la encuesta de Manilva, donde gobierna el PSOE, en realidad no era de las más interesadas, muy normalita de hecho, siguiendo el ritmo de las anteriores. Pero, si al verlo de este modo, hay muchas probabilidades de que ese bombardeo de llamadas sea una realidad, ¿no se convierte la encuesta en un elemento de propaganda efectiva cuando tiene preguntas más perniciosas? Así ocurrió una tarde en un pueblo de Murcia. Pena que yo personalmente no hice esa encuesta concreta, pero un compañero, a la hora del descanso, nos contó escandalizado que la encuesta era desvergonzada y alarmante al preguntar a los encuestados que si habían escuchado los rumores de corrupción del alcalde. No, casi nadie había escuchado esos rumores, pero teniendo en cuenta que también se estuvo un par de días bombardeando a ese pueblo, ¡el rumor directamente lo crearon las encuestas!

Otra de las encuestas que hicieron historia en nuestro descanso fue la dedicada al Principado de Asturias. Ser más descarado es difícil, la verdad. Algunos de los encuestados llegaron a preguntarme que si los consideraba subnormales y con razón. Aquellos, quiero presumir que sociólogos y politólogos, que se encargan de elaborar las encuestas, parece que se han quedado anclados en la primera etapa de los estudios sobre efectos de los medios y la propaganda, que consideran a la masa un todo uniforme y fácilmente manipulable apenas susceptible de capacidad crítica. Vamos, que consideran a la población cercana a la estupidez. Será que formarán parte de la élite aristocrática y gobernante que les protege de la realidad con una burbuja rosa chicle. En la encuesta dedicada a Asturias, quizás la más larga de la que hemos realizado en la campaña de las elecciones, se le pedía al encuestado que calificara como Muy importante, Bastante importante, Poco importante o Nada importante una serie de propuestas de los diferentes programas electorales de los dos partidos más poderosos, primero del PP y después del PSOE. Para empezar, del PP el encuestado tenía que calificar 11 propuestas electorales, mientras que del PSOE sólo 5. Por otra parte, las propuestas del PP, promesas que no se diferencian en nada de las del resto de partidos en utópicas e inverosímiles, estaban bien explicadas y razonadas, a pesar de que, en su caso, son descaradas mentiras como aquella que decía “Inclusión de la vacuna de cáncer de cuello de útero”. ¿A quién no le parece muy importante que se incluya la vacuna contra el cáncer? Y ahora, en la realidad cotidiana, ¿existe esa vacuna? Hay una vacuna contra el cáncer y los del PP la van a incluir!!! Por supuesto que los voto!!! Mientras, las propuestas que teníamos que leerle al entrevistado sobre el PSOE eran irrisorias desde su misma formulación como la de “Conexión de todos los pueblos en 30 minutos por autovía” pero además incomprensibles o mal explicadas, como “Programa de Envejecimiento Activo”. “Sí, y qué, qué me dices con eso”, te decía la mayoría. Pero no es sólo el tema de las propuestas, si no que más tarde, las encuestadoras teníamos que tener la desfachatez de hacer que el encuestado respondiera Sí o No a que las propuestas que les habíamos leído del PP (y sólo del PP, nada del PSOE) “Atienden los problemas reales de la gente” “Son creíbles” “Muestran cercanía con el ciudadano” y “Es lo que Asturias necesita”. Sólo faltaba que sonara la melodía del PP después de la última pregunta. Y ya me imagino las interpretaciones que le dan a las estadísticas: “El 60 por ciento de los asturianos piensan que el PP es lo que Asturias necesita. La mayor parte de los encuestados opina que el PP es un partido mucho más cercano a los ciudadanos que el PSOE y que es el único partido que atiende los problemas reales de la gente”. Descarado. Y mejor no pensar en la función propagandística de la encuesta. Si es a mí a quien le hacen la encuesta y, tras colgar el teléfono, me paro a pensar en las respuestas que he dado y en las propuestas del PP frente a las del PSOE, no lo dudo, deposito mi voto a favor de los populares.

Supongo que las encuestadoras latinoamericanas, recién cruzadas del charco, no se enteran de demasiado, pero sí que le tienen que fastidiar las salidas de tono de La que te cuento o sus formas de decir las cosas a gritos. Uno de los episodios más trepas que yo he vivido en mi experiencia laboral sucedió una tarde en la que María estaba que echaba chispas, algunas encuestadoras decían que porque iba a tener que venir a currar al día siguiente que era fiesta. El caso es que a mi lado estaba sentado un colombiano que llevaba apenas tres días telencuestando. Un puesto más allá se sentaba una de las dinosaurias que llevaría apenas más de 3 años en la empresa. El conflicto surgió cuando la dinosauria corrigió al chico porque supuestamente estaba haciendo mal una encuesta. Una mujer que no paraba de inventarse encuestas, de poner falsos datos y no cumplir los requisitos de edad y sexo que se nos pedían estaba corrigiendo a un muchacho que le estaba leyendo los partidos políticos a una señora mayor que no recordaba a quién había votado en las últimas elecciones. El chico le dijo que le dejara en paz que cada cual hacía las encuestas a su manera pero la otra, no contenta con hacer que su compañero se sulfurase no tuvo mejor cosa que hacer que avisar a La que te cuento, igual que si estuviésemos en la escuela, y contarle lo que había pasado. Por supuesto, La que te cuento no iba a quitarle la razón a su protegida y deleitó al pobre colombiano con un aria de gritos de los que mejor interpretaba. Cuando parecía que todo se había calmado, de hecho toda la sala estaba en silencio a excepción de la dinosauria que estaría haciendo una de sus encuestas inventadas, La que te cuento, pensando que la conversación de la dinosauria con su encuestado era en realidad con el colombiano, se levantó y volvió a gritarle diciéndole que ya estaba harta de que discutieran. Claro, el otro se quedó alucinando, pero por mucho que le dijera que él ahora no estaba haciendo nada La que te cuento seguía en sus trece. Después del descanso vi al chico firmando el despido.

Las Islas Baleares han sido un objetivo claro para Sigma Dos. Hemos realizado innumerables encuestas allí, favoreciendo con ellas al PP por pasiva y por activa, como aquella que preguntaba “¿Le parece a usted bien que el Fiscal General del Estado no investigue el caso Ibiza hasta después de las elecciones del 27 de Mayo?” La mayor parte de los entrevistados no tenía ni idea de qué caso hablábamos, tampoco las encuestadoras, pero todas supusimos que se trataba de un caso de corrupción, entonces claro, eso hay que investigarlo lo antes posible. Así a la segunda pregunta de “¿Cree usted que el PSOE debería apartar de sus listas a los implicados en el caso?” Todos contestábamos que sí.

Una muestra más del circo electoral dentro de una muestra más de explotación laboral. Quizás eso sea lo que más duela. Alimentando el aparato propagandístico de las elecciones, una de las manifestaciones más democráticas por excelencia, a través de una magnífica ETT con todos los flecos ilegales que los propios trabajadores, ayudados por una legislación complicada para nuestro día a día, les dejamos tener.

La gota que colmó el vaso fue la pequeña encuesta que tuvimos que hacer respecto al espectáculo televisivo entre los dos candidatos a la alcaldía de la capital. Tres únicas preguntas: “¿Le parece a usted correcto o incorrecto que Miguel Sebastián sacara en un programa de televisión una foto de Montserrat Carulla y le preguntara a Gallardón que qué relación tiene con una implicada en la Operación Malaya? ¿Cree usted que estas informaciones, presuntamente negativas de la vida privada de los candidatos, afectan positiva o negativamente en el voto del que hace la implicación, en este caso Miguel Sebastián?” Esta pregunta se hacía complicada de entender para el encuestado, porque está planteada como un pequeño galimatías, que si te pilla a las 16h de la tarde verás que bien que contestas. Un señor me dijo indignado que no se trataba de información privada, que Gallardón era alcalde de Madrid y que tenía que contestar como alcalde. Por otra parte, a esta pregunta solamente podíamos leer dos respuestas posibles: Influye positivamente o influye negativamente. En la tercera, “¿Y sobre el voto del que ha sido implicado, en este caso Ruiz Gallardón, influye positivamente, negativamente o no influye?”. Como se puede comprobar se introduce la opción de que no influye. En las estadísticas publicadas por El Mundo, se ve que en la segunda pregunta se incluye el No Influye como respuesta legítima, cuando realmente nosotras no se la leíamos al encuestado.

Claro que tampoco es legítimo que la chica de 17 años que se solía sentar a mi lado, que por las mañanas iba al instituto y por las tarde se metía 7 horas de encuestas en el cuerpo, por tener mononucleósis y estar de baja más de una semana no pudiera cobrar esos días, o que teniendo fiebre la vieras haciendo entrevistas. “Pero mujer, vete a casa” “Que no, que ya he perdido muchos días y me va a pasar como aquella vez, que estando mala me llamó la ETT y me dijo que cuándo pensaba volver, que ya me valía. Y encima me vengo a trabajar y La que te cuento me dice que me vaya que a ver si les voy a pegar algo…” “¿Y no cobraste esos días?” “Qué va, si es lo que tú firmas en el contrato…” Es una pena que a una niña no puedas explicarle que el convenio laboral y sus ventajas para los trabajadores son irrenunciables por mucho que una ETT te haga firmar un contrato con condiciones que lo contraríen, y ¿cómo vas a decirle que desde el siglo XIX se están consiguiendo condiciones favorables para los obreros? Parece claro que en Sigma Dos se quedaron estancados en el siglo XIX para todo.

Y otro tema, el fútbol. Escandaloso. Supongo que la campaña que hicimos con la empresa Serames de Campo para los socios del Real Madrid fue como mínimo ilegal. Preguntábamos acerca de los jugadores y de su presidente, Ramón Calderón. Lo divertido viene cuando La que te cuento nos dice que ellos no pueden saber que nosotros tenemos sus números de teléfono, entonces ¿cuál es la forma de disimular? Hacer como si estuviésemos llamando a toda España (puesto que socios del Real Madrid hay en muchos sitios) haciendo una encuesta sobre fútbol donde las cuatro primeras preguntas están para despistar: “¿Es usted, o hay en su hogar alguna persona, aficionado al fútbol? ¿Es usted, o hay en su hogar alguna persona, seguidor de un equipo en concreto? ¿Es usted, o hay en su hogar algún socio de algún club de fútbol español? ¿A qué club?” Y ya está, a partir de ahí puedes hacerle la encuesta al socio del Real Madrid mientras que el tipo o la señora se piensa que todo ha sido por casualidad. No quiero ni recordar el cabreo que se pilló La que te cuento cuando escuchó a una encuestadora preguntar directamente que si en esa casa había algún socio del Real Madrid. Retumbaron los cables. ¿Dónde está el respeto al derecho a la intimidad y a una información veraz? Sí, mucha tela lo que hay detrás.

Supongo que si hubiera seguido más días, más casos concretos tendría para contar, pero yo no soy encuestadora nata, así que preferí alejarme de tanta manipulación y desorden cívico, quedándose dentro de mí la confusión de qué hacer cuando me llamen para hacer una encuesta, si contestar para no joder a la pobre telefonista o mandarles a la playa para no participar en un circo político con todos los visos de ser ilegal.

Encuesta de Sigma Dos para ElMundo.es

  • El 62% de ciudadanos cree que la pregunta a Gallardón sobre ‘Malaya’ perjudica a Sebastián.
  • El 36,2% considera que este tipo de datos no condiciona a los electores
  • El PP conseguiría un 53,5% de los votos, frente al 32,8% del PSOE
  • Madrid.- La pregunta de Miguel Sebastián a Alberto Ruiz-Gallardón sobre su «relación» con Montserrat Corulla -presunta testaferro del cerebro de la corrupción marbellí José Antonio Roca- en un debate televisado por TVE en horario de máxima audiencia marcó un antes y un después en la carrera electoral hacia la Alcaldía de Madrid.
  • Un 59,3% de los madrileños considera que Sebastián, candidato del PSOE, se equivocó al mostrar una fotografía de la joven a la vez que preguntaba a Gallardón sobre sus relaciones con personas implicadas en el ‘caso Malaya’. El 22,7% considera que hizo lo correcto, según los datos de una encuesta de Sigma Dos para elmundo.es.
  • Todo quedó en el ambiguo terreno de las insinuaciones: «Le pido que diga si en algún momento ha mantenido alguna relación con alguna de las personas imputadas por el ‘caso Malaya’ acerca de operaciones urbanísticas en la ciudad de Madrid», le inquirió Sebastián al actual alcalde mientras mostraba a la cámara imágenes de la abogada, imputada en el caso.
  • Entonces, el propio Gallardón añadió incertidumbre acusando al socialista de «entrar en temas personales en su desesperación». Sebastián hizo oídos sordos y repitió la pregunta hasta tres veces, hasta que el ‘popular’ contestó: «Relación profesional, ninguna».
  • Esta actuación pasará factura en las urnas a Sebastián. Así lo cree el 61,7% de los encuestados, que considera que sacar al terreno mediático este tipo de informaciones, supuestamente negativas, sobre la vida privada de los candidatos influye negativamente en el voto de quien hace la acusación. Por contra, el 13,3% piensa que le dará votos y el 16,7%, que no tendrá consecuencias electorales.
  • De acuerdo con los datos de Sigma Dos, su rival no se verá afectado en exceso. El 36,2% de los encuestados considera que este tipo de datos no condiciona a los electores a la hora de elegir su papeleta de voto, frente al 31,5% que cree que esta información sí perjudicará a Gallardón y el 24,9% que piensa que le beneficiará.
  • Gallardón reforzaría su mayoría.
  • La encuesta vaticina una nueva victoria del PP en el Ayuntamiento madrileño. Conseguiría un 53,5% de los votos y 32-33 escaños, frente al 32,8% y 19-20 ‘asientos’ del PSOE.
  • El PP reforzaría así su resultado de las pasadas elecciones municipales, cuando obtuvo el 51,3% de los votos (30 escaños). El PSOE, sin embargo, registraría un significativo descenso: en 2003 obtuvo el 36,7% de los votos (21 escaños). Estas previsiones suponen una mejoría para Gallardón respecto a la encuesta de Sigma Dos publicada por El Mundo la semana pasada, que daba a los ‘populares’ un 52,5% y entre 31 y 32 concejales, frente al 36,6% y 21-22 ediles de los socialistas.La última encuesta del CIS también predijo que Gallardón aumentaría su mayoría absoluta.
  • Por detrás, se sitúa Izquierda Unida, con el 9,5% de los votos (cinco escaños, uno más de los que obtuvo hace cuatro años).

La encuesta de Sigma Dos se realizó el pasado 18 de mayo a una muestra de 400 habitantes de Madrid.

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