Fifiriche

«Fifiriche» es el primero en una serie de cuatro cortometrajes del guionista y director ecuatoriano Mauricio Samaniego. Tenemos el gusto, el placer y la ilusión de poder presentarlos en NanoMundo, (que se encargó del montaje y edición) para que cualquier persona pueda conocer más de Quito, su gente y su historia. Los cuatro cortometrajes son de época y se basan en historias que se desprenden de la memoria oral de los habitantes de una de las avenidas más emblemáticas de la ciudad, los vecinos de la 24.

Una persona de contextura delgada, más bien raquítica, sin peso, liviana; o lo que es lo mismo pero no es igual, persona sin mayor importancia, despreciable, carente de interés, pero eso sí, preocupada por su aspecto personal, porque un poco de coquetería no hace daño, incluso vaya a saber si en realidad no hace bien, ¡hasta un fifiriche tiene derecho a ser bipolar! Anti-héroe por excelencia, es verdad, pero más que nada un digno representante de la juventud quiteña de los
años 50, urbanita del centro cuando el ejido de la ciudad llegaba tan solo al actual Parque de El Ejido. Juventud de trajes confeccionados a mano, con modales y tradiciones enraizadas en la Quebrada de Jerusalén, que es como se llamaba antaño a la actual Avenida 24 de Mayo.

En la realización de cada uno de los cortometrajes participaron alrededor de treinta personas, entre técnicos y actores. Las cuatro narraciones forman parte del «Proyecto de recuperación de la memoria oral inédita y su adaptación cinematográfica», financiado por el Fondo de Salvamento del Patrimonio Histórico (FONSAL), que a partir del año 2011 pasa a llamarse Instituto Metropolitano de Patrimonio Quito (IMPQ).

Dicho lo uno y lo otro, nada mejor que acercarnos al creador de estas pequeñas películas y poder hablar con él acerca de su trabajo, de Quito, de los quiteños y quiteñas, personas de pensamientos y sentimientos muy elevados, ya sea porque viven a 2.800 metros sobre el nivel del mar o, simplemente, porque siempre han tenido sol, lluvia, vegetación, tierra y ganado; donde la fuerza de la gravedad es, hecho científico contrastado, proporcional al espíritu de Atahualpa, Rumiñahui y a la transversal de cinco siglos a esta parte.

Mauricio, ¿cómo surgió la idea de contar Fifiriche? Sabemos que tú y Gabriela García, a cargo de la producción de los cortometrajes, primero hicieron un trabajo de campo y entrevistaron a los vecinos de la Avenida 24 de Mayo.

No quiero entrar en detalles por si alguien lee estas líneas antes de ver el trabajo, tan solo mencionaré que la historia está contada prácticamente en 4 escenarios: la 24, la casa de citas (La Ronda), el cementerio (San Diego, La Colmena) y frente a la casa de la novia (Que sería una señorita de la calle principal, no? ); es decir: centro urbano, placer, muerte y amor. Vaya cuatro elementos para un guionista o cuatro patas para un banco!

«La propuesta surge de la certeza de que particularmente en los países andinos, en la calle, en la tienda de barrio, en la cantina o en la farmacia, se cuentan historias divertidas o trágicas o divertidas y trágicas, que merecen ser preservadas tanto por su función lúdica como por su peculiar profundidad cultural. Lo que hicimos es darnos un buen tiempo de entrevistas con quienes habitan, habitaron o tuvieron relación con un sector particular. El boulevard 24 de Mayo fue a principios del siglo XX, luego de rellenar la quebrada sobre el que está asentado, el lugar de la, como decía mi papá, crema y nata de las familias pudientes o de alcurnia quiteñas y de los mejores y más novedosos comercios. Con la modernización petrolera la ciudad cambió y las casas señoriales del boulevard se fueron transformando en conventillos, cantinas y casas de putas, junto a conventos, escuelas e iglesias. Registramos las historias contadas por los más diversos personajes de ese espacio y en base a ese prolífico material, creamos cuatro cortometrajes de ficción que se sirven libremente de lo relatado por la gente. Ojalá les resulte divertido.

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